En algún momento de la Primera Guerra Mundial, un austriaco loco que se metió en el ejército de otros llamado Adolf Hitler, dormía entre las trincheras. En un determinado instante, le vino a la mente el sueño de que su boca estaba llena de inmundicia. Asqueado, despertó y fue corriendo hacia una fuente de agua para lavarse la boca, aunque en realidad no estaba sucia. Fue entonces cuando vio que una bomba cayó en el mismo lugar donde él estaba durmiendo, matando a todos sus compañeros de milicia.
Sobrevivir de una manera tan peculiar le cambió su vida, le hizo creer que fuerzas divinas lo protegían porque estaba destinado a hacer algo grande en este valle de lágrimas, lo sorprendente del caso es que el quedar herido y perder un testículo en octubre de 1916 no le hizo cambiar de opinión. Lastimosamente el hombre tenía fuerza de voluntad.
Pues yo creo que lo de la boca llena de inmundicia podría haberlo interpretado de otra forma: que sus discursos eran una m... impotable, no cree? Pero es que él siempre interpretaba a su favor.
ResponderEliminarFeliz comienzo de semana, monsieur.
Bisous
Muy buena hipótesis Madame, no lo había visto así... Pues sí, ni siquiera cuando lo quisieron matar entendió que todos sus oficiales estaban en contra de esta guerra que carcomía lentamente a su Alemania.
EliminarUn beso