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martes, 29 de mayo de 2012

Al demonio la fábula de la tortuga y la liebre

Dicen que en medio de la maratón de las Olimpiadas de Atenas 1896, el maratonista griego Spiridon Louis paró a tomar una copa de cognac, dada por el padre de su novia. A pesar de que un francés y un australiano lo seguían de cerca, tranquilamente tomó toda su bebida y cuando le preguntaron sobre los demás corredores, dijo que iba a ganar. Y el resto es historia.

Hablando de bebidas, cuando a Louis se le preguntó qué quería como recompensa, pidió una carreta y un burro, para poder hacer su oficio -vender agua- más facilmente.