Dicen que en medio de la maratón de las Olimpiadas de Atenas 1896, el maratonista griego Spiridon Louis paró a tomar una copa de cognac, dada por el padre de su novia. A pesar de que un francés y un australiano lo seguían de cerca, tranquilamente tomó toda su bebida y cuando le preguntaron sobre los demás corredores, dijo que iba a ganar. Y el resto es historia.
Hablando de bebidas, cuando a Louis se le preguntó qué quería como recompensa, pidió una carreta y un burro, para poder hacer su oficio -vender agua- más facilmente.
Y es que no hay nada como una buena copa de licor para superarnos, verdad Matu?? Al demonio dicha fábula, estoy contigo. Saludos cordiales.
ResponderEliminarEl alcohol hace milagros, jajaja. Un abrazo!
ResponderEliminar